QUERER A ALGUIEN QUE NO TE QUIERE ES COMO ESPERAR EL TREN EN EL AEROPUERTO
Querer a quien no te quiere es como anhelar la nieve en verano, como querer navegar en un barco sin velas o esperar el tren en el aeropuerto.
Es infructuoso y doloroso; no obstante, pesar de saberlo y de ser conscientes de que no somos amados, resulta terriblemente complicado romper ese vínculo de un día para otro.
El amor no correspondido es una música muy común en el ser humano, no hay edad para descubrir lo que es el desinterés de quien tiene toda nuestra atención o el rechazo de la persona sobre la cual hemos proyectado todas nuestras ilusiones.
Afrontado de manera correcta puede suponer una adecuada estrategia de crecimiento personal. Nos permite entender que lo más importante es atender nuestra autoestima sin perder la dignidad.
Ahora bien, alargar una situación donde nos han dejado claro que no hay esperanzas, y aún así, seguir manteniendo dicha necesidad por esperar a ser amados o recibiendo solo “migajas” puede ser algo muy destructivo.
Te invitamos a reflexionar sobre ello.
Querer sin ser amado, amar sin ser correspondido
Querer y que no te quieran ocasiona una incongruencia en nuestro cerebro. Todas nuestras inversiones emocionales han construido un tejido habitado por ilusiones, esperanzas y creencias que chocan a su vez con una pared de realidad: no somos amados.
Ahora bien, cabe decir que las situaciones no siempre son tan sencillas como esto. En primer lugar, hay matices, casos especiales que confieren una mayor complejidad emocional a estas situaciones que pasamos a analizar a continuación.
Cuando nos dan falsas esperanzas
“Si amas, cuida; si no amas, no ilusiones”. Esta debería ser la principal esencia que a todos nos debería definir para poder así establecer relaciones más maduras y respetuosas.
En ocasiones, nos dejamos llevar personal y emocionalmente por alguien que se limita a darnos esperanzas por algún beneficio en concreto.
- Puede que se sienta solo y para evitar ese aislamiento nos haga creer que somos importantes en su corazón cuando, en realidad, no es así. Es algo muy peligroso.
- Las falsas esperanzas pueden deberse también a la escasa solvencia emocional de alguien que no sabe decir “no, no te quiero, no me interesas en ese aspecto”.
En lugar de frenar a tiempo, se deja llevar por temor a hacer daño o desilusionar.
- Esto puede ocurrir también a nivel de pareja. Puede que alguno de los dos miembros ya no ame al otro y, en lugar de sincerarse, alargue la situación ocasionando así una relación tan falsa como dolorosa.
Cuando no sabemos cómo reaccionar
Querer a alguien es un proceso íntimo, delicado y profundo que se ha ido gestando en el tiempo y a través de momentos muy significativos.
- Cuando recibimos la negativa o somos ya plenamente conscientes de que no somos ni vamos a ser amados, surge un impacto en el que la persona no sabe muy bien cómo reaccionar.
- El saber que no somos amados se vive de la misma forma que un duelo, que una pérdida. De ahí, que el primer sentimiento que aparezca sea el bloqueo y una negación.
- Más tarde la persona no tendrá más remedio que experimentar las siguientes fases: concienciación, ira, rabia, desahogo emocional y, finalmente, la aceptación.
Eres una persona con dignidad que nunca merecerá “migajas”
Siempre existe una esperanza. Nos decimos aquello de que, tal vez, si hacemos esto y lo otro, se fijen en nosotros o puede que “quien una vez nos quiso, vuelva a hacerlo”.
Ahora bien, el amor puede ser por una parte la dimensión más intensa y maravillosa del ser humano, y en su reverso, la herida más dolorosa, la más ciega y hasta obsesiva.
- No debemos caer en estos círculos de lenta autodestrucción. Por encima de todas estas situaciones de intenso dolor emocional, debe prevalecer una sola dimensión: el amor a nosotros mismos.
- Lo más recomendable es alejarnos y permitir que la distancia sea nuestro mejor salvavidas, la mejor medicina para reencontrarnos de nuevo con nosotros mismos.
- Esa retirada a tiempo incluye no solo el dejar de ver a esa persona. Es necesario romper toda relación en las redes sociales, ahí donde, de algún modo, puedan volvernos las ganas de saber de él, de saber qué comparte, qué fotos sube, con quien se relaciona.
No es recomendable.
El amor bonito no duele, no vulnera ni alimenta falsas esperanzas. Por ello, si no somos amados es necesario dejar ir, decir adiós y avanzar en soledad para retomar ese vínculo con nuestra autoestima, con nuestra identidad.
Tarde o temprano aparecerá la persona que deba ser para nosotros y, en caso de que esto no suceda, tampoco pasa nada. El amor por uno mismo es una aventura maravillosa que siempre es necesario propiciar, y disfrutar
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